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Varsovia nocturna |
Hace unos años visité Polonia. Un país precioso que nos ofrece mucho para conocer: su cultura, sus gentes, sus paisajes … y algo que, quizás, no estamos muy acostumbrados a ver, al menos, en la forma en que se nos presenta: las minas de sal.
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Entrada a las minas de sal |
Aunque fue un destino que dudamos si realizar, finalmente, nos decidimos por visitar lo que con tanto fervor recomendaban. Mereció la pena. No en vano han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.
Después de unos días en Varsovia resulta atractiva una excursión que permita desintoxicarte de la gran ciudad. No porque Varsovia no tengo mucho que visitar, no, sino porque otras ciudades más reducidas también tienen mucho que ofrecer. Y ello sin necesidad de recorrer grandes distancias.
Galería
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Escalera de bajada al lago y grupo escultórico |
Lo dicho, un día cualquiera, nos dirigimos a la estación de Varsovia para coger el tren que nos llevaría a Cracovia –otra joya que visitar y de la que hablaremos otro día- y, desde allí, en el autobús urbano n1 304, nos dirigimos a Wieliczka, ciudad situada a tan sólo 10 km de Cracovia y en la que se localizan las famosas minas de sal. Estas minas han sido explotadas sin interrupción desde el siglo XIII hasta la actualidad, donde siguen produciendo sal de mesa.
Evidentemente, lo que se muestra en la visita turística es bastante más reducido que lo que es en sí la mina. Tan sólo 3,5 km de galerías en las que se encuentran esculpidas en sal numerosas figuras relativas a personajes míticos o históricos.
Las figuras fueron talladas por los mineros leyendas y, como no, las esculturas en roca salina hechas por los mismos mineros. Representaciones escultóricas relevantes pasan ante nuestros ojos a medida que avanzamos. Las figuras fueron talladas por los mineros leyendas y, como no, las esculturas en roca salina hechas por los mismos mineros. Representaciones escultóricas relevantes pasan ante nuestros ojos a medida que avanzamos.
Recorreremos galerías, bajaremos por escaleras de madera hasta el lago subterráneo, entraremos en cámaras y capillas excavadas en sal…todo ello mientras se muestra la historia de la minería de la sal a través de las composiciones escultóricas realizadas con este mineral.
El colofón final está en la capilla de Santa Kinga, utilizada también como sala de conciertos, donde la imagen de Santa Kinga, se encuentra flanqueada por las de San José y San Clemente, este último patrono de los mineros. En el techo, podemos admirar unas magníficas lámparas realizadas también con cristales de sal.
La bajada a las Minas se suele hacer por la escalera que nos lleva hasta 135 metrosde profundidad. La subida, por el contrario, se realiza en ascensor utilizado antaño por los mineros.
Si visitas Polonia, no olvides dedicar un día a las minas de sal y Auschwitz. Se te organizas bien y reservas dos días, no te arrepentirás de estar en Cracovia. Eso sí, si padeces claustrofobia, mejor no bajes a las minas.
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