Pisar estas tierras, pasear por estos y otros templos supuso para mí una emoción dificil de explicar. Pasión por Egipto. Sin duda. Pero pisar ese suelo y tocar esas columnas, con la ardiente y suave brisa del Nilo acariciándote la piel, me hizo sentir el privilegio de pasar a ser un ínfimo grano en la arena de la historia.
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