miércoles, 19 de junio de 2013

EL SUEÑO DE LA LUZ

 
Catedral de León con la
iluminación nocturna
Son las 11 de la noche. Es hora de salir de casa y dirigirse a la catedral para vivir El Sueño de la Luz. A las 11:30 la guía nos recibe y nos explica en qué va a consistir la visita.
Subiremos a la vidrieras y las podremos contemplar, desde el interior, a menos de un metro de distancia. Un lujo.

Pero, además, tendremos el privilegio de maravillarnos con el espectáculo que las vidrieras ofrecen al mostrar todo su esplendor gracias a la iluminación externa de la catedral. Algo que sólo en El sueño de la luz es posible.

Habituados a ver las vidrieras desde el interior, y desde abajo, en la catedral, durante el día, con la única iluminación de la luz solar, si ya de por sí resultan sorprendentes en esa circunstancia, la impresión que se recibe cuando, finalmente, accedemos a la parte superior de la catedral y desembocamos directamente al lado de las vidrieras,no es fácilmente descriptible.


Vidriera nocturna desde el interior
de la catedral de León
Todo su esplendor, su luz, su color, su arte... se nos muestran ahí, al alcance de la mano. Sientes la tentación de alargar el brazo, extender los dedos y tocarlas, pero no es posible. Y mucho menos aconsejable. Un patrimonio como este no puede ser dañado por el capricho insensato de tantos y tantos visitantes que pensarán que con ese acto se llevan un poquito de ese sueño de luz.
La catedral se encuentra a oscuras. Tan sólo iluminada por el reflejo que la luz exterior de su iluminación produce en las vidrieras. El ambiente es impresionante. La belleza tanta que, pese a ser muchos, todos guardamos un silencio reverencial, aún cuando nadie nos ha pedido que sellemos nuestros labios.
Inmortalizamos el espectáculo mientras la guia nos va explicando el devenir de la catedral.

Van a ser las 12, informa. La iluminación nocturna de la catedral se apagará a las 12 en punto. Prepárense para estar dentro de la catedral con la única luz de la calle que las vidrieras dejan pasar, sin ningún otro aditamento.
Interior de la catedral iluminado
A las 12 en punto, la luz externa se apaga. Nosotros, en el interior, adaptamos nuestras pupilas a la luz ambiente, tenue, muy tenue, pero pese a todo, no reina en el interior la oscuridad absoluta. La belleza de las vidrieras no se pierde. Cambia, eso sí, pierde la espectacularidad de la que las dotan la artificialidad de la luz exterior, pero se mantiene íntegra su belleza. Pienso por un momento lo que sería permanecer dentro de la catedral durante la noche con esta luz, incluso más reducida.

Tras unos minutos, se enciende la iluminación interior y, de nuevo, la catedral y las vidrieras adquieren una nueva dimensión, de nuevo distinta, de nuevo hermosa.
Interior iluminado
El juego de luces y contraluces resalta ahora las formas arquitectónicas, las columnas, los arcos ... las cunas de las vidrieras, que las contienen delicadamente. Las líneas muestran la magnificencia de la construcción, el color de la piedra, la elegancia y el estilo de las formas, armónicamente ensambladas unas con otras.

No sabría decir que momento es el más bello, el más íntimo. Todos los igualmente hermosos, cada uno en su forma, pero lo que sí es cierto es que El Sueño de la Luz nos acuna, nos duerme y nos despierta y nos permite volar a otros mundos, otros tiempos, dentro de un mismo espacio.

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