viernes, 21 de junio de 2013

LEON (SPAIN). NEVADA


LEÓN (Spain). Nevada

Esto, aunque no lo parezca, es un parque de León; y es que en esta ciudad, casi todos los años, disfrutamos de una -o varias- señora nevada.

El cielo se pone de un color gris plomizo y ves, allí a lo lejos, que barrunta nieve. Empieza a nevar y es un placer ver caer los copos tras la ventana, al calor del hogar, pero con la certeza de que al día siguiente costará llegar al trabajo.

Y al día siguiente te levantas, por lo menos, media hora antes. Tienes que quitar la nieve de la rampa y, aún así, no garantizas que puedas sacar el coche.

Lo más seguro, lo que ya llevo haciendo unos años es, en lugar de sacar el coche, saco las botas de montaña, me enfundo una buena bufanda, unos guantes, meto los zapatos de pitiminí en una bolsa, cojo el bolso y la bolsa y echo a andar camino de mi trabajo.

Unas dos horas, mínimo, me cuesta la aventura.

Y no penséis que es cosa fácil. Sube y baja cuestas; sortea aceras que no ves y pisa por donde antes otros hicieron camino, eso es lo más seguro para no caerse. Y todo esto caminando como si fueras un patito, subiendo y arrastrando los pies por una capa de nieve que te llega hasta media pierna. ¡No! ¡No exagero!. Aquí, en León, las nevadas son así y duran varios días.

El primer día la ciudad, el campo, todo ... está precioso. Con esa blancura azulada que da la nieve. El primer día también, pero ya avanzada la mañana, las zonas de paso empiezan a no estar tan bellas. Los coches lo manchan todo y la blanca nieve se convierte en negra masa que sorteas.

A partír de ahí, y con la primera helada nocturna, tras la que la nieve, o la negra masa, ya se ha helado y es imposible caminar, empiezas a no ver ya la belleza sino la falta de previsión y organización administrativa para afrontar un hecho que no es casual, ni inusual ni aislado, pero que, pese a todo, no puede paliarse para facilitar la vida de los ciudadanos.

Pero, aún así, seguiremos diciendo que la nieve embellece nuestra ciudad durante una larga temporada, trae ilusión a niños y mayores y nos hace sentir que el espíritu de la Navidad se ha trasladado a vivir de manera permanente entre nosotros.

FLORENCIA. EL CAMPANILE

Florencia. El campanile

LUXOR. TEMPLO


LUXOR. TEMPLO:
Pisar estas tierras, pasear por estos y otros templos supuso para mí una emoción dificil de explicar. Pasión por Egipto. Sin duda. Pero pisar ese suelo y tocar esas columnas, con la ardiente y suave brisa del Nilo acariciándote la piel, me hizo sentir el privilegio de pasar a ser un ínfimo grano en la arena de la historia.

LUXOR. CALLE TIPICA


LUXOR. EGIPTO. CALLE TÍPICA:
Viajar a Egipto es visitar templos, pirámides y esfinges. Pero viajar a Egipto es perderse por sus callejuelas estrechas y sin asfaltar, sus puestos al aire libre, su vida en la noche y su idiosincrasia.
Viajar a Egipto es conocer el pasado a través del presente. Ayer y hoy conectados en culturas diferentes.

BASTION DE LOS PESCADORES


BASTION DE LOS PESCADORES

Para mí, lugar muy especial donde alguien me hizo sentir la melancolía a través de la música y una hermosa canción.

Además, lugar altamente recomendable para admirar el Parlamento, descansar tras el paseo y disfrutar de un ambiente inolvidable.

ALCALA DE HENARES

ALCALA DE HENARES

Aquí os dejo una bonita imagen de la Universidad de Alcalá de Henares. Tantas veces viajando a Madrid, muchas de ellas sin saber qué hacer para matar el tiempo y jamás se me ocurrió coger un cercanías y visitar estos alrededores. Visitar Alcalá, por ejemplo.

Fue necesario un viaje de trabajo para descubrir la belleza de esta ciudad.

Tiene encanto. Sus calles te envuelven y sus edificios rezuman historia. Y su tuna, of course.

Realmente merece la pena dejarse llevar por sus sones, perderse en los empedrados de El tiempo entre costuras y saborear el auténtico aire de Madrid.
PEÑARANDA DE DUERO
Subir al castillo de Peñaranda para otear el horizonte es algo que realmente merece la pena. No importa el tiempo que haga, no importa si hay niebla o sol, el paisaje lo merece.

Pasear por sus almenas y disfrutar del viento y de ese horizonte inmenso merece la escalada. Y todo ello por no hablar de sus calles, de su plaza, del palacio ... Eso, os lo cuento otro día.

jueves, 20 de junio de 2013

LUXOR - EGIPTO: Continúa la pasión

LUXOR - EGIPTO: CONTINUA LA PASIÓN

26-06-2007: Luxor - Esna

Nos levantamos pronto, a las 4:30. Desayunamos y salimos hacia Karnak para visitar el templo de Amon Ra.
A la llegada al templo la visión, de un lado, del conjunto de Karnak y del otro, una docena de globos suspendidos en el aire. Que envidia sentí de las personas que estaban viendo Tebas y el Nilo desde esa perspectiva.

El templo, el complejo templario de Karnak, es tan impresionante como el de Luxor. No sabría decir cuál es más bello. Se conservan tan maravillosamente bien que es difícil no imaginarlos en todo su esplendor.

Esas columnas grandes, enormes, magníficas, dejan constancia de la civilización que las construyó.

Todas escritas, todas un libro que nos habla del pasado. De un pasado que es historia presente porque somos una parte de esas civilizaciones que nos precedieron.

Si ayer nos recibía la avenida de las esfinges, hoy es la de los carneros la que da acceso al templo. De nuevo Horemheb deja constancia de su paso por el mundo en el segundo pilono que da acceso al templo. Qué magnífica tuvo que ser la infraestructura de los dos templos, Luxor y Karnak, unidos por estas avenidas, hoy desaparecidas en su mayor parte o bajo los cimientos de las casas que se ubican en el espacio que une los dos emplazamientos. Es por eso que de la antigua Tebas, la ciudad de las cien puertas, nos es desconocido su urbanismo. Sólo cabe imaginársela en toda su grandeza y esplendor a través de las representaciones, riquísimas y concretas, que vemos en sus templos y tumbas. Por eso, precisamente, la clépsidra cae demasiado rápida al pasear entre su historia. Nos falta tiempo, nos falta tiempo ... es mucho lo que hay que ver.

Ramsés II y su esposa Nefertari se nos muestran enormes.

La majestuosidad de la sala hipóstila, con sus 122 columnas, es impresionante. Cualquier intento de describirla por mi parte la ensombrecería. Hay que verla. Nada más. Y pasear la mirada por la belleza del relieve y las inscripciones de sus jeroglíficos, en los que tantas historias y tanta historia se contiene.

Los obeliscos de Hatshepsut, la “primera feminista de Egipto” como dice nuestro guía, Hesahm, aunque fuera una gran usurpadora y su hijastro se encargara de ocultar su obra y su recuerdo, son soberbios.

Por supuesto, una vuelta alrededor del escarabajo sagrado. Si los antiguos egipcios creían que les traería suerte ¿porqué no probar nosotros?. La vida es un círculo y no sabemos de la importancia de cada pequeño punto en ese círculo. Eso sí, una vuelta, no 7, que el calor era apremiante y el escarabajo sagrado lo mismo atenderá nuestra petición con 1 que con 7.
El lago sagrado, ese de aguas cristalinas y puras en el que el dios y los mismos faraones y sacerdotes se sumergían para la purificación, ha sido una gran decepción. Seguramente era hermoso en la época faraónica pero hoy carece de belleza propia y externa. Es mucho lo que aún queda por rehabilitar y mucho lo que hay que invertir en este país para conservar las maravillas de las que es poseedor.

Aquí, en este emplazamiento sagrado, gran capital del Egipto faraónico y lugar de origen del dios Amón, me hice la foto de la web, porque consideré que cualquier lugar de Egipto es propicio para ese fin. Pero Karnak tiene algo mágico y, de alguna manera, llevaríamos la magia de y a todos los amantes de Egipto.
Después de Karnak pensábamos ir al Valle de los Reyes en taxi, pero nos informaron en el bus que el barco cambiaba de lugar de amarre y optamos por ir con la excursión organizada. No es que fuera una barbaridad el precio, por supuesto, pero hubiéramos preferido hacerla por nuestra cuenta, sobre todo porque llevaba las indicaciones de RamsésMurcia y pensaba utilizarlas.

Antonio, cristiano, habrá estado al acecho de que apareciéramos, pero no ha podido ser. Menos mal que no habíamos concretado ni hora ni precio, ni nada y simplemente quedamos en buscarlo cuando decidiéramos ir al Valle de los Reyes.

Esto significaba que abandonábamos Tebas, la ciudad sagrada, la cuna de Amón, sin mayor despedida que la vista desde el autocar. Con la despedida, la certeza de que el tiempo en Tebas fue escaso y se hará necesario volver.

Los Colosos de Memnon, únicos restos de la entrada al templo de Amenofis III, me han sorprendido, ya que esperaba verlos más destruidos de lo que están y me ha alegrado gratamente ver que aún conservan restos de escritura en sus laterales.

Desierto, sol y calor hacia el Valle de los Reyes, en Deir el-Bahari, ¿cómo se les ocurriría venir a este lugar tan lejano e inhóspito a enterrarse?. Bueno, el porqué parece que fue claro y que funcionó: evitar el saqueo sistemático de las tumbas. Pero solo de pensar en los trabajadores de las tumbas da escalofríos.

Se agradece viajar en autocar con aire acondicionado. De haber cogido un taxi sin aire acondicionado, no sé si habríamos llegado. Más de 50º tienen la culpa.

En el camino hacia el Valle de los Reyes, toda la carretera se encuentra surcada de pueblecitos con tiendas de fachada vistosa, toda coloreada y dibujada, en la que se ofrecen a la venta productos “típicos”: papiros, alabastro ... y, por supuesto, la vista de la casa de Howard Carter, artífice de que el mundo conozca a Tut-anj-Amón (Tutankhamon), ex - habitante de la tumba nº 62.

En el Valle de los Reyes tienen unos “trenecitos” que te llevan desde la entrada hasta el punto en el que se inician las tumbas. Aquí, a la sombra, y con un calor de mil demonios, Hesahm nos explicó el lugar que visitábamos y nos aconsejó sobre qué tumbas ver, ya que con la entrada normal sólo es posible visitar 3 de las 62 tumbas que existen y de las 34 visitables. Aunque todos íbamos pensando en ver la tumba de Tut él nos dijo que no merecía la pena, ya que estaba totalmente vacía y que era mejor ver una tumba terminada, una abandonada, sin terminar, y otra tumba sin restaurar.

Así lo hicimos. Vimos la tumba de Ramsés IV, la de Ramsés III y la de Meneptah El interior de las tumbas es francamente maravilloso. El aire es denso y el calor del exterior no se ve reducido por el hecho de estar excavadas en la roca. Entras en la tumba y empiezas a sudar pero ya no ves más que las maravillosas pinturas que decoran sus pasillos con escenas del Libro del Amduat, una guía para el viaje al Más Allá. Entonces sólo quieres absorber esas imágenes, guardarlas para siempre en tu cerebro y no te cansas de embeberte de ellas. La visita se hace corta, extremadamente corta. Y el número de tumbas extremadamente escaso. Hay que verlas todas, sin excepción. La verdad es que las agencias ajustan el tiempo que te dan para que veas esas tres tumbas y poco más.

En la tumba de Seti I hay una sala inacabada con esbozos de pinturas, es muy ilustrativo para saber cómo se preparaban las paredes para las pinturas.

Todas las tumbas son de una gran belleza, aunque el ambiente interior es irrespirable: una atmósfera densa, húmeda, de un calor asfixiante. No es extraño que hayan cubierto la mayor parte de las paredes con cristales que las protegen, principalmente, de los “tocamientos” de los turistas.

No permiten hacer fotos en el interior de las tumbas salvo con permiso especial y sin flash, pero los vigilantes, por unas pocas libras egipcias te permiten sacar las fotos que quieras. Evidentemente, y para ser coherentes con nuestros principios, no hicimos ni una sola fotografía, ni siquiera sin flash.

Me encantó el Valle, pero creo que aquí el sol empezó a hacer mella en mi cabecita.

Después del Valle de los Reyes, fuimos al Templo de Hatshepsut en bus, muy cerquita, también en Deir el-Bahari. Al llegar allí las explicaciones dentro del bus para que no nos derritiéramos.

Hatshepsut, la primera “feminista” egipcia, se mandó construir un magnífico templo con terrazas en una simbiosis perfecta con el medio en el que se encuentra; excavado en parte en la roca impresionan las dimensiones y la linealidad de sus formas. Las rampas de acceso, sobre todo la primera, cuando ves por primera vez el templo, te hacen sentir que realmente es una escalada hacia el cielo.

También aquí te llevan desde el acceso al Templo en el famoso trenecito ¡Qué fortuna, por Dios! Porque si hubiéramos tenido que hacerlo andando yo no sé si habría llegado.

Estábamos a más 50º y sólo de ver las escaleras de acceso a los distintos niveles del templo piensas: ahí no llego.

Pues llegamos sólo hasta el primer nivel, no más. Y ya fue bastante.

Calor, agua, unas cuántas fotografías y de vuelta al autocar.

No nos detuvimos en el mercadillo que había frente a la parada de los autocares, aunque allí todo el mundo te abordaba para que le compraras algo. Los guías nos advirtieron de varios timos, uno de ellos el cambio de monedas de euro por billetes de 10 euros. Te cuentan los 10 euros en la mano pero, sin saber como lo hacen, cuando desaparecen con el billete de 10 euros y vuelves a contar las monedas, sólo tienes 7.

De todas maneras, no es de extrañar tanta picaresca cuando nosotros mismos lo potenciamos.


A mitad de trayecto de regreso al barco empecé a sentirme mal. El aire acondicionado se me hacía caliente y por más que me abanicaba seguía encontrándome mal y tenía un calor de mil demonios. Empecé a sudar y el estómago se me revolvió. Al fin, vomité todo el agua que había bebido. Cuando llegamos al barco enseguida el guía nos dio un paraguas para cubrirme del sol y una compañera de viaje me acompañó a los aseos del barco, donde me metió la cabeza debajo del grifo. En fin, que dije que me encontraba mejor subí al camarote y pusimos el aire acondicionado a tope. Sinceramente, seguía encontrándome fatal. Tenía calor y frío. Volví a vomitar y no pude bajar a comer. Me metí en la cama, con las cortinas abiertas (porque no era plan de navegar por el Nilo sin enterarme de lo que pasaba) y de vez en cuando abría el ojo y miraba ese espectáculo alucinante que se abría ante mí. Y sólo pensaba: no puede ser ... navegando por el Nilo y yo sin poder moverme.

En fin, que fue un golpe de calor. De eso me di cuenta, y me dijeron, más tarde, porque en esos momentos no estaba yo para pensar en nada.

Cuando por fin consideré que me encontraba mejor y ya no vomitaba, pues ... me levanté, abrí el grifo y esperé a que el agua saliera fría. Bueno, la verdad es que comprobé que no me había equivocado con la posición del grifo, porque el agua salía caliente, así que me mojé de nuevo la cabeza, me puse el bañador y fui directa a la piscina. Fue entrar y salir, pero el agua estaba más fresca que la del grifo, así que me sumergí entera, cabeza incluida. Después del refrescón en el agua bajé, bien mojadita, al bar del Kon-Tiki, donde ofrecían un té y unas pastas. Tomé el té a sorbitos y dos pastas muy despacito, muy despacito, porque aún rondaban las náuseas y no había apetito. Era cuestión de cuidarse para continuar no de volver a enfermar, porque no va una a Egipto para meterse en la cama, evidentemente.

Me senté a la mesa de otras personas del grupo a las que casi no conocía, pero que se convirtieron en las compañeras ideales de viaje y me uní a su conversación. Así conocí a Carmen, Pilar y Mireia. Las primeras viajaban con sus hijos, con los que rápidamente Raquel había trabado amistad, y la última viajaba sola por Egipto en un tour más amplio que el nuestro y totalmente apasionante.



Realmente es todo un negocio y un arte el de la venta en el Nilo. Las motonaves están paradas y ellos, mientras tanto, se acercan con sus pequeñas bascas cargadas de mercancía. Te llaman desde la barca: “María”, “Carmen” .... lo que mejor convenga en cada ocasión, y te tiran las chilabas dentro de bolsas de plástico.
A partir de ahí, comienza el regateo. Tu pides otro modelo, otro color, otro precio. Ellos te tiran otro modelo, otro color y el mismo precio. Subes la oferta y bajan el precio y así hasta que, al final, se llega al acuerdo.

Tu devuelves lo que no quieres y los euros en una bolsa.

Ellos te llaman “amiga” y continúan con el siguiente cliente o con el mismo, que da igual.
Me impresionó su capacidad de venta, su psicología y lo bien que nos “calaban” en cuanto abríamos la boca. Pero hubo más cosas que llamaron mi atención, de ellos y de nosotros. Me explico: Yo, como buena castellana que soy, pues ni idea de regateo, simplemente valoro si es justo el precio y directamente ofrezco lo que creo justo. De nada me sirvieron los consejos de viajaraegipto, pues siempre caía en el mismo error.

Pues bien, ellos vieron esto inmediatamente con la alfombra, porque las chilabas las negoció Carmen. Pero las alfombras, que queríamos una cada una, enseguida dijo el chico: No, tu no ... ella. Bueno, pues al final subí un poco el precio pero en el rifi-rafe del regateo, mi compañera de viaje le ofreció un precio que hasta a mí me pareció insultante, porque además se lo bajó.

Cuando el muchacho lo oyó, la cara le cambió totalmente de expresión. Fue una mirada de un segundo, pero observé desprecio absoluto, y no lo culpo. Entonces hizo una especie de corte de mangas y le dijo: “Si ... y 6 camelllos”.


Hago este comentario porque, en ese preciso momento, creí percibir que el tema de los camellos, tan manido entre el turista que va a Egipto, no deja de ser un tópico que conocen muy bien y que, por lo tanto, utilizan hábilmente. Quizás me equivoque, pero ellos cambian por camellos como nosotros, los españoles, somos todos toreros para el resto de Europa y América.

Bueno, pues en este punto había que distendir la tensión porque estaba realmente ofendido, así que le miré a esos ojos maravillosos que tenía, reí y le subí un poco la oferta. Una maravillosa sonrisa y 2 alfombras de lana de camello, preciosas, ¿anilizaron? a nuestros pies.

Por cierto, cuando les decía que era de León, ellos siempre pensaban en Lyon y, claro ¿qué hacía yo, de Lyon, hablando este español y entre españoles?. Invariablemente siempre tuve que explicar que era de León, de España, no de Lyon de Francia.

La cena, por lo que vi, que no probé, estupenda, dado que casi no pude cenar porque las náuseas seguían conmigo, pero bendita Coca-Cola que empezó a ser habitual en mis comidas y descansos “excusioniles”. Sin embargo, soy feliz y las molestias quedan totalmente compensadas con lo que Egipto me ofrece. Hablo de mí pero, realmente, somos felices todos. A ninguno se nos ha pasado por la cabeza que para qué hemos venido o que nos hemos equivocado.

De las riberas del Nilo hablaré mañana, porque merecen tanto comentario como cualquier otro lugar de Egipto. Sólo señalar que el viaje en este crucero es de una calma y una tranquilidad absolutamente embriagadoras. Si quieres juerga la tienes. Si quieres calma la tienes. Si quieres simplemente mirar y meditar: o dejas vagar tu vista por el ventanal de tu camarote o subes a la cubierta y te sumerges en el aire de la noche, de Egipto y del Nilo. Todo lo demás, lo pones tú.

PISA

El Lungarno, barrio histórico de Pisa, a las orillas del río Arno
PISA

Esta ciudad que vio nacer a Galileo Galillei, nos trae a la mente su torre inclinada, aunque pocos saben que no es la única construcción inclinada que existe en Pisa. A ella se suman otras tres edificaciones que revisten idéntica característica.

El terreno pantanoso donde se asienta la ciudad tiene mucho que ver con la "tendencia" a la inclinación.


Pisa. Piazza del Duomo
Pero Pisa es mucho más.

Son sus calles, sus mercados, sus riveras, sus gentes.

Pasear por Pisa es envolverse, poco a poco, de la magia de la Toscana.

Pasear por Pisa es mirar más allá de la torre para llegar a la torre.

Merece la pena cruzar el río a través del Ponte di Mezzo para poder admirar los muelles palazzo-rayados de Pisa y el Logge di Banchi sobre el lado sur del puente.

Pisa es romántica. Pisa es amor.

LA VIE EN ROSE

LA VIE EN ROSE

Qué mejor lugar que el Bastión de los Pescadores, frente al imponente Parlamento, para degustar una cerveza descansando del magnífico Budapest. Qué mejor sitio para relajar la mirada y, en la mejor compañía, dejar vagar la imaginación por calles, plazas, ríos, callejas, noches, danzas, familias, niños, mayores ... Budapest.

Desde ese día, La vie en rose se ha convertido en mi canción. Dicen que todas las parejas tienen una canción que les hace recordar un momento especial.

Desde ese día, La vie en rose es mi canción.

Unos músicos callejeros de dedos prodigiosos, de voz estupenda, de sonrisa algo más que agradable, participaron de la invitación a obsequiarme con esa deliciosa canción. Ellos fueron los artífices de hacerme sonreir, sonrojar y casi llorar de emoción.

Y es que, ese día, La vie en rose sonó sólo y exclusivamente para mí; en mi honor. Y aún hoy, cuando lo recuerdo, me emociono de tal manera que debo contener las lágrimas.

Fué un viaje maravilloso que se vió completado con otras muchas anécdotas, detalles y vivencias que espero no olvidar nunca; a lo más, si eso sucede, tengo la convicción de que esos recuerdos estarán alojados en un rinconcito de mi memoria especialmente protegido contra toda enfermedad.

Y es que, si yo no pudiera recordar, siempre habrá alguien -hombre o mujer, da igual- que sentirá por La vie en rose la melancolía, el amor y la nostalgia que a mí me hizo sentir. En ese hombre, o en esa mujer, vivirán mis recuerdos perdidos y, por lo tanto, reencontrados.

Bailes nocturnos en las orillas del río, a los sones de la música zíngara, llenos de amor y cariño, con familias enteras disfrutando de la vida ¡Qué envidia ver ese placer de vivir!.

Hoy, a ellos les dedico la página de mi blog. A ellos y a ese hombre que hizo posible que alguien cantara esa canción para mí. Porque, entre unos y otros, fueron capaces de hacerme sentir la ternura de la vida y el calor de la pasión.

miércoles, 19 de junio de 2013

PASIÓN POR EGIPTO. Fragmento del diario de viaje


PASIÓN POR EGIPTO

25-06-2007: Madrid - Luxor

Importante madrugón para que el bus del hotel nos llevara al aeropuerto, pero bueno, lo tomamos como un anticipo a lo que haríamos en los próximos días. Además, hoy llegábamos a Luxor así que, cualquier madrugón merecería la pena.


En el aeropuerto todo puntualidad y sin ningún problema. Salimos a la hora indicada sin ningún cambio.

Es impresionante ver este país (Egipto) desde el aire. Arena y desierto. Desierto y arena. Y el Nilo, con la riqueza de la vida a su alrededor. Tantas veces he estudiado la riqueza de este país, tantas veces he memorizado y he dicho que, en Egipto, toda la vida gira en torno al Nilo. Tantas veces ... y sólo cuando lo has visto eres consciente de algo que no necesita ser explicado porque, sencillamente, está ahí. La importancia del Nilo. La vida del Nilo.

Luxor, la antigua Tebas, con un aeropuerto más moderno que muchos de los que tenemos en nuestro país, ha sido nuestro punto de llegada.

El autocar que nos trasladó al barco, estupendo.

Los guías: amables y eficaces.

El traslado al barco: impecable.

Nuestro guía, Hesham, una enciclopedia abierta que, además, sabía enseñar e ilustrar.

El Kon-tiki: fantástico. Teníamos dos camarotes contiguos pero en cuanto hesahm vio que eramos una pareja con una niña nos ofreció la posibilidad de darnos una suite, siempre si nosotros queríamos. Por supuesto, cuando vimos lo que nos ofrecía aceptamos: un pequeño pasillo, un baño completo y grande, un salón con TV plana en el que instalaron la cama de mi hija junto al gran ventanal del salón, sofás, mesa central, aparador .... y una habitación con vestidor donde bailábamos todos. También con un gran ventanal panorámico, TV (otra) ... En cuanto lo vimos, repito, aceptamos. ¡Ah! Y sin coste adicional alguno. Sólo por este detalle Hesham nos conquistó. Después lo haría por sus cualidades didácticas y culturales, pero este fue nuestro primer encuentro.

El Kon-tiki, como la mayoría de los barcos de por allí, una belleza que flota sobre el Nilo y que te hace sentir en un hotel de 1ª.

Esta noche iremos a ver el templo de Luxor iluminado, pero antes queríamos dar un paseo por esa Tebas faraónica que fue capital de las tierras negras.

Poner los pies en el suelo y que te aborden niños, taxis y conductores de calesas todo es uno.

Pero sólo uno captó nuestro interés, porque enseguida dijo la palabra “españoles” y porque rápidamente saltó de la calesa para informarnos de que había un mercado al que él se ofrecía a llevarnos: 2 libras ida y vuelta

Dos libras, Dios mío, 40 céntimos de euro aproximadamente. Dijimos que sí. Antonio, cristiano, con chilaba de blanco inmaculado, invitó a Ro a sentarse junto a él y puso rumbo al mercado. A un mercado de luz, de color, de olores, de pobreza. A un mercado al que probablemente nunca habríamos llegado de ir nosotros solos o de no ir con él. Un mercado por el que pasamos pero no paramos. Antonio, cristiano, como le gustaba decirnos, nos invitaba a hacer fotos y espantaba a los pedigüeños.

Después de recorrer calles y calles, nos llevó a una especie de “centro comercial” donde nos ofrecieron papiros, oro, plata, algodón ... de todo. Un edificio con 3 ó 4 plantas distribuidas según la mercancía que ofrecían.

Compramos unos papiros: uno para nosotros, precioso; uno para I. y otro para C. Estos últimos con su nombre escrito en árabe y jeroglífico. Un bonito regalo desde el antiguo Egipto.

Creo que el precio fue bueno. Pagamos 150 LE por los tres papiros, unos 20 euros, aproximadamente, así que creo que ha estado bien de precio y no hubo engaño.

Antonio nos devolvió al barco. Hemos quedado mañana con él para que nos lleve a la otra orilla y en taxi (de un conocido suyo, como no) nos lleve a ver el Valle de los Reyes.

Pobre hombre. Cuando Ro le dijo que queríamos verlo a las 12 h. Casi se cae del susto. Menos mal que después se aclaró, y nosotros también, que a las 12 h. Había que estar en el barco.

A las 7h. De la tarde fuimos a ver el Templo de Luxor. No hay palabras para describir estas obras. Son esplendorosas, espectaculares. Es imposible no imaginar la grandeza de la cultura egipcia al ver el legado que nos han dejado. Pasear por el templo, por la avenida de las esfinges, penetrar en el santuario donde pisaron Horembeb, Alejandro Magno, Ramsés y Amenofis. Ver las mismas paredes que vieron ellos, tocarlas y respirar ese mismo aire ardiente a la misma orilla del Nilo es retrotraerse al pasado.

Es cerrar los ojos, abstraerse de tanto turista con sombrero y dejar volar la imaginación para verlos, en ese mismo recinto, en esas tierras, dirigir el mundo

No sé como lo hacen los guías, porque realmente el templo estaba lleno de turistas, pero siempre había un pequeño momento en el que podías estar tú solo en las salas, viendo aquella maravilla sólo tú, con un silencio que te aislaba del resto de los comunes mortales y te hacía, por breves instantes, diferente a ellos. Me hubiera quedado allí permanentemente, con aquel cielo limpio y azul, aquella luna plateada, las luces naranjas del templo, el aire abrasador y el silencio.

Releer Sinuhé el egipcio ha sido un total acierto. Pisar Tebas y su templo es ver una película con Sinuhé y a Horembeb en las mismas huellas que yo estoy haciendo.

Egipto, la tierra del misterio y de los faraones; soberbia, impresionante, culta, amable ... no beberemos agua del Nilo, pero beberemos Egipto.

Ra ha visto hoy cosas que nunca soñó ver. Luxor y su templo, sí, pero ha visto algo más. Ha visto una vida y una gente que eran inexistentes para ella; sólo en los documentales. Dice que ha pasado miedo en la calesa, que se sentía observada como una rica y ella observaba la pobreza. Una pobreza que no ha conocido nunca y que espero que no conozca jamás.


Le hemos explicado la situación del país. Como lucha por subir y que lo realmente importante es entender que es otra forma de vida que debe ser respetada. Le comparamos Egipto con nuestras ciudades de hace 40 años, en las que también las calles estaban sin asfaltar y nos veían fuera de España como, probablemente, ahora muchos españoles ven a los egipcios. A veces, tenemos la memoria frágil y olvidamos pronto lo que no queremos recordar; es ahí donde pasamos a pensar que siempre hemos vivido así. Le apasiona Egipto. No quiero que se vaya de este país con miedo. Quiero que lo ame como lo amaba antes de venir a él.

La cena en el barco estupenda.

El aire en la cubierta del Kon-Tiki, a las 11 de la noche, tan abrasador como a las 3 de la tarde.

Mañana iremos a Karnak. A la vuelta contrataremos de nuevo a Antonio y a su taxista para ir al Valle de los Reyes. Espero que todo salga bien.

EL SUEÑO DE LA LUZ

 
Catedral de León con la
iluminación nocturna
Son las 11 de la noche. Es hora de salir de casa y dirigirse a la catedral para vivir El Sueño de la Luz. A las 11:30 la guía nos recibe y nos explica en qué va a consistir la visita.
Subiremos a la vidrieras y las podremos contemplar, desde el interior, a menos de un metro de distancia. Un lujo.

Pero, además, tendremos el privilegio de maravillarnos con el espectáculo que las vidrieras ofrecen al mostrar todo su esplendor gracias a la iluminación externa de la catedral. Algo que sólo en El sueño de la luz es posible.

Habituados a ver las vidrieras desde el interior, y desde abajo, en la catedral, durante el día, con la única iluminación de la luz solar, si ya de por sí resultan sorprendentes en esa circunstancia, la impresión que se recibe cuando, finalmente, accedemos a la parte superior de la catedral y desembocamos directamente al lado de las vidrieras,no es fácilmente descriptible.


Vidriera nocturna desde el interior
de la catedral de León
Todo su esplendor, su luz, su color, su arte... se nos muestran ahí, al alcance de la mano. Sientes la tentación de alargar el brazo, extender los dedos y tocarlas, pero no es posible. Y mucho menos aconsejable. Un patrimonio como este no puede ser dañado por el capricho insensato de tantos y tantos visitantes que pensarán que con ese acto se llevan un poquito de ese sueño de luz.
La catedral se encuentra a oscuras. Tan sólo iluminada por el reflejo que la luz exterior de su iluminación produce en las vidrieras. El ambiente es impresionante. La belleza tanta que, pese a ser muchos, todos guardamos un silencio reverencial, aún cuando nadie nos ha pedido que sellemos nuestros labios.
Inmortalizamos el espectáculo mientras la guia nos va explicando el devenir de la catedral.

Van a ser las 12, informa. La iluminación nocturna de la catedral se apagará a las 12 en punto. Prepárense para estar dentro de la catedral con la única luz de la calle que las vidrieras dejan pasar, sin ningún otro aditamento.
Interior de la catedral iluminado
A las 12 en punto, la luz externa se apaga. Nosotros, en el interior, adaptamos nuestras pupilas a la luz ambiente, tenue, muy tenue, pero pese a todo, no reina en el interior la oscuridad absoluta. La belleza de las vidrieras no se pierde. Cambia, eso sí, pierde la espectacularidad de la que las dotan la artificialidad de la luz exterior, pero se mantiene íntegra su belleza. Pienso por un momento lo que sería permanecer dentro de la catedral durante la noche con esta luz, incluso más reducida.

Tras unos minutos, se enciende la iluminación interior y, de nuevo, la catedral y las vidrieras adquieren una nueva dimensión, de nuevo distinta, de nuevo hermosa.
Interior iluminado
El juego de luces y contraluces resalta ahora las formas arquitectónicas, las columnas, los arcos ... las cunas de las vidrieras, que las contienen delicadamente. Las líneas muestran la magnificencia de la construcción, el color de la piedra, la elegancia y el estilo de las formas, armónicamente ensambladas unas con otras.

No sabría decir que momento es el más bello, el más íntimo. Todos los igualmente hermosos, cada uno en su forma, pero lo que sí es cierto es que El Sueño de la Luz nos acuna, nos duerme y nos despierta y nos permite volar a otros mundos, otros tiempos, dentro de un mismo espacio.

SEMANA SANTA DE VALLADOLID

La Semana Santa de Valladolid tiene algo especial. Especial por la calidad de las obras que recorren sus calles, obras llenas de sentimiento que se suman al sentir popular, a la religiosidad, y hacen que la sensibilidad aflore en cada uno de los poros de nuestra piel.
Su calidad es tanta que algunas se encuentran dentro del Museo Nacional de Escultura Policromada; otras en Iglesias y Conventos, pero, todas, sin excepción, forman parte del conjunto escultórico de la imaginería castellana. Obras de arte que pasean por las calles de Valladolid rodeadas respeto, recogimiento y la música triste y doliente de las cornetas.
No en vano ha sido declarada de interés turístico nacional.

Especial porque los toques solemnes de cornetas y tambores acompañan las imágenes; y junto al sonar triste y seco de la música, el silencio respetuoso de las gentes mientras observan, calladas, el paso de imágenes, cofrades, manolas y penitentes.

Especial porque las procesiones también muestran la Fé, la esperanza en los penitentes que soportan el dolor y el sufrimiento de su promesa. Promesas hechas, la mayor parte de las veces, junto al lecho de alguien amado, querido. Promesas que los llevan a portar la cruz, descalzos, durante horas, bajo el frio de las tardes castellanas.

Promesas que, en unos casos, implican haber alcanzado el favor pedido; en otros, no son sino una esperanza continuada de que ese favor se cumpla.

Esperanza y fé, en cualquier caso, que sobreviven a los tiempos en los que ya en nada creemos y donde hemos perdido toda esperanza en el ser humano y en un Dios que no vemos.
Hombres y mujeres que son capaces de soportar lo insoportable por ver cumplida esa esperanza.

En la Semana Santa de Valladolid no se admiten las estridencias, ni la fiesta, ni la introducción de elementos nuevos porque están de moda. La Semana Santa de Valladolid mantiene el respeto y el recogimiento de sus inicios. Impresionan los sonidos de las cornetas y las carracas, rodeados de fieles y visitantes que contemplan el paso de las cofradías y, aún así, ese silencio sepulcral que puede cortarse.
He visto otras procesiones de Semana Santa pero ninguna me impresiona tanto como la de Valladolid, ni siquiera la de Sevilla.
Hace muchos años, cuando yo era una niña, mis padres nos llevaban a ver las procesiones que salían de madrugada; la imagen de los cofrades y del paso frente a La Antigua, en un silencio absoluto, con cientos de personas allí presentes, es algo que dificilmente podré olvidar.
Cuando siento la necesidad de rezar, de pedir algo a ese Dios desconocido en quien necesitamos creer en momentos desesperados, siempre viene a mi mente esa imagen de silencio y respeto, de recogimiento interno en medio de una gran ciudad, sin un ruido, sin una palabra, sin una voz... que te permite escuchar a tu yo interno.
No hace falta ser religioso para vivir y valorar la Semana Santa de Valladolid en su justa medida. Ocurre lo mismo que con el Camino de Santiago. Sólo hace falta ser capaz de ser tu mismo.
Por si quieres saber más de la Semana Santa de Valladolid, aquí te dejo este enlace. En su inicio, unas letras del magnífico Delibes, que ya alabó esta Semana con palabras mucho más certeras que las que yo puedo escribir.

http://www.jcssva.org/

viernes, 14 de junio de 2013

LANZAROTE versus CESAR MANRIQUE

Centro de visitantes. Timanfaya. Lanzarote
Hablar de Lanzarote es hablar de César Manrique. Yo creo que la isla no sería lo que es sin su intervención. Artista nacido en Arrecife, realizó importantes intervenciones en las islas (Hierro, Gomera, Ceuta, Tenerife y Lanzarote), todas ellas caracterizadas por su respeto e integración con el medio.

Escultura a la entrada de
los Jameos del Agua. Lanzarote

Manrique se consideraba, fundamentalmente, un pintor, y su obra se caracteriza por la creación de espacios y la experimentación de la materia. El amaba su tierra, para él, según sus propias palabras, era "la más hermosa" y se propuso que el mundo viera Lanzarote con sus mismos ojos. Hay que decir que lo consiguió. Algo que te llama la atención en sus creaciones es ese respeto al medio, ese convivir con los elementos que lo conforman hasta crear una simbiosis única entre creación del hombre y materia.

Jameos del Agua. Interior

Los Jameos del Agua, el Centro de Visitantes del Timanfaya y la propia Fundación César Manrique, son claros ejemplos de esa simbiosis. La utilización de los elementos arquitectónicos y naturales, en este caso, de la isla lanzaroteña, son un total acierto. Todo está ahí, pero no lo ves.


Isla La Graciosa vista desde El Mirador del Río
Hoy, visitar Lanzarote es ver una buena parte de la isla, tal como él pretendió, a través de sus ojos, por eso, de la visita no pueden estar ausentes Los Jameos del Agua, la Fundación César Manrique ni el Jardín de Cactus.

Y, por supuesto, admirar, por toda la isla, las numerosas esculturas móviles que diseñó y que podemos ver en muchas de las rotondas que encontramos a nuestro paso.

Desde el Mirador del Río obtenemos una hermosa panorámica de La Graciosa y, en el pueblecito en el que se ubica, podremos degustar unas deliciosas papas arrugaas con esa salsa canaria "... llamada mojo picón". Rojo y verde, como prefieras. Ambas exquisitas.


Fundación César Manrique. Estancia
Fundación César Manrique. Ventanal





Su obra queda bien reflejada en alguna de sus frases:

"En Lanzarote está mi verdad".

"Vivimos tan corto espacio de tiempo sobre este planeta que cada uno de nuestros pasos debe estar encaminado a construir más y más el espacio soñado de la utopía. Construyámoslo conjuntamente: es la única manera de hacerlo posible."